jueves, 19 de abril de 2012

Lo que podemos hacer de los Lodos Sulfurosos en Las Isletas - Puerto Píritu

Presentado por: La Posada de la Playa, www.laposadadelaplaya.com
 
Comparto con ustedes este artículo para mostrar las potencialidades que se pueden desarrollar en Los Baños Sulfurosos Virgenes que existen en Las Isletas - Puerto Píritu.
Afloramiento de Lodos Sulfurosos en Las Isletas

Del Libro: Esto ya Existió en la Antigüedad 
Autor: Pieter Coll  

ESTACIONES TERMALES EN LA ANTIGUA GRECIA

Estamos inclinados a considerar los viajes anuales a un establecimiento termal como una de las conquistas de nuestro tiempo, porque creemos en la necesidad que experimenta el hombre moderno de sustraerse a las absorbentes exigencias de la gran ciudad y restablecer su debilitada salud mediante una cura de reposo.

La visita regular a los establecimientos de aguas medicinales era ya una práctica corriente hace 2.500 años, y las gentes acudían a ellos para tratar sus enfermedades y quebrantos, igual que hoy, atribuidos al ajetreo de la vida ciudadana.

Los antiguos griegos, a quienes nos los representamos como el prototipo de la belleza física y del equilibrio mental, también eran víctimas de diversas enfermedades; pagaban su tributo a la vejez y a la pérdida de energías; visitaban a sus médicos; se sometían a reconocimientos y consultaban acerca de cómo habían de proceder ante tal o cual enfermedad.

Hasta aquellos que no padecían de dolencias agudas trataban de seguir los preceptos recientemente enunciados por Hipócrates, en el sentido de que la mejor salvaguarda contra las enfermedades consiste en hacer todo lo necesario para conservar la salud.

Así  pues, no tiene nada de extraño que los médicos de la Antigüedad clásica conociesen bien el diferente valor curativo de las distintas clases de baños. Entre otras, se consideraban como particularmente eficaces las fuentes sulfurosas de Aidepsos, en la isla de Eubea.
También era muy renombrada la cura de aguas de Epidauro. El recinto sagrado dedicado en las cercanías de esta ciudad al culto de Esculapio, dios de la medicina, era uno de los más elegantes lugares en los que se hacía la cura de aguas en el mundo antiguo.

Apenas podemos imaginarnos la magnificencia del templo en el que los enfermos ofrecían sacrificios al dios para impetrar la salud, así como el lujo de los baños, de los dormitorios y de los campos de deporte.

También había otros elegantes establecimientos de aguas medicinales, tales cómo los de Hierápolis, en Asia Menor. Todavía manan allí fuentes minerales calientes sumamente carbónicas. Este balneario, olvidado desde hace tanto tiempo, poseía en la Antigüedad grandiosos palacios dedicados a los baños, lujosos hoteles y, superando en esto a Epidauro. 
 Los elegantes bañistas de la época ni siquiera necesitaban salir de su hotel para hacer la cura de aguas: unos canales revestidos con losetas de mármol conducían la caliente agua mineral directamente hasta los departamentos de lujo, instalación de la que poquísimos de los más caros balnearios disponen hoy.
Más antiguos y renombrados todavía eran los manantiales termales de la ciudad de Himera, en la costa norte de la isla de Sicilia, a los que se atribuyen verdaderos milagros en la curación del reumatismo; y eran muchos los dolientes que, sin asustarse por las dificultades del viaje, acudían allí en busca de remedio o alivio para sus males.
Además de estas fuentes minerales calientes, se conocían también otras aguas cuya fama se ha conservado a través de los tiempos, gozando hoy del mismo predicamento que en la Antigüedad. 
También entonces se conocía el poder curativo de los baños de lodo sulfuroso, aplicándolos para el tratamiento del reuma y de las enfermedades propias de la mujer.




Está comprobado que, durante el Imperio Romano, el sur de Italia se hallaba materialmente invadido de estaciones termales, de las cuales había más de ochenta solamente en esta parte de la península.

Uno de los establecimientos termales más conocidos era el de Baia, en el Golfo de Nápoles. La comarca estaba completamente ocupada por sanatorios, aprovechando el extraordinario poder curativo de los manantiales sulfurosos, tan abundantes en la región. Ricos ciudadanos, procedentes de los más distintos puntos del  Imperio Romano, se establecían aquí para restablecer su quebrantada salud.  

Para poder proporcionar a los soldados y empleados de la Administración civil destacados en lugares remotos la posibilidad de realizar regularmente en verano sus curas de agua, en las más apartadas provincias fue realizada una intensa búsqueda de manantiales medicinales.
Nombres como el de Aquisgrán (de Aguae, como los romanos llamaban a las instalaciones de aguas medicinales), indican que ya eran utilizadas en aquella época las fuentes termales existentes. La localidad de Aix-les-Bains se llamaba en la época romana «Aquae Domitianae», y sus manantiales sulfurosos gozan todavía de justa fama no solamente en Francia.
De la misma forma surgieron Badén,cerca de Viena, Badén, junto a Zurich, Ems, Beftrich y, en Inglaterra, la conocida Bath