jueves, 3 de mayo de 2012

Los católicos redescubren la meditación

Presentado por: La Posada de la Playa, www.laposadadelaplaya.com

 Publicado en edición impresa De la Redacción de LA NACION
La meditación - Una práctica milenaria
Por Silvina Premat

En silencio, quietos y con los ojos cerrados; sentados en la capilla frente al sacerdote, que también se mantiene en silencio, quieto y con los ojos cerrados. Están meditando, una práctica espiritual común en las religiones orientales que está siendo redescubierta por el catolicismo.
Cada vez más grupos de católicos se valen de la meditación como técnica de oración y algunos, incluso, como alternativa a los tranquilizantes y antidepresivos. Impulsados por el monje benedictino inglés Lawrence Freeman, que dirige la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, con sede en Londres, los católicos que recurren a la oración silenciosa están presentes en 60 países y en algunas universidades estadounidenses y organizaciones como las Naciones Unidas.


Freeman visitó el país para participar de esos ejercicios espirituales y presentar su libro Meditación cristiana y silencio, de Editorial Bonum. El religioso definió la meditación como “la forma de oración pura marcada por el silencio, la quietud y la simplicidad”.


Resistencias

La meditación resulta una novedad para los católicos en general porque no conocen su propia tradición, señaló Ana Fonseca, coordinadora en Brasil de la Comunidad Mundial de Meditación Cristiana.  

Andrea Sasi, gerenta de una empresa porteña, dijo haber encontrado en Luján una técnica para lograr algo que siempre buscó: centrarse y estar en equilibrio.


Más que una técnica

Según Freeman, es importante que la Iglesia enseñe a meditar “como disciplina espiritual [porque] si se la transmite sólo como una técnica puede dar buenos resultados físicos o psicológicos, pero no llevará a una experiencia profunda de paz”.
El religioso sentenció: “Si no tenemos esta experiencia de quietud y silencio, colapsaremos en el estrés y nos convertiremos en personas profundamente superficiales”.
El remedio que sugiere es la meditación porque su contenido es, según el religioso, el amor. “Los momentos más significativos de una relación de amor son aquellos que se manifiestan en el silencio”, ejemplificó.
El religioso está convencido de que esta disciplina es muy efectiva en la resolución de conflictos. “A menudo, las palabras fracasan cuando se intenta resolver un problema y a ellas les sigue la violencia”. Propuso, para estos casos, examinar el rol del silencio.
La meditación conduce al silencio interior que permite abrir el ojo del corazón para poder ver a Dios.”

 

 

Algunas sugerencias

Silencio sagrado

  • La Comunidad Mundial de Meditación Cristiana, dirigida por Freeman, define la meditación como la integración de la persona con su Creador, en el “sagrado silencio de una Palabra”.

Cómo meditar

  • Buscar un lugar silencioso. Escuchar unos minutos música suave, sentarse con la espalda derecha y los ojos cerrados y permanecer quietos.

A modo de mantra

  • Elegir una palabra o frase corta y repetirla, interna y silenciosamente, durante el tiempo de la meditación. La sugerida es Maranatha, que, en arameo, el idioma que se hablaba en Israel cuando vivió Jesús, significa “Ven, Jesús”.

Dos veces por día

  • Como práctica personal y grupal se propone meditar diariamente unos 20 minutos, como mínimo, por la mañana, y otros 20 por la noche.

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