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Publicado
en edición impresa De la
Redacción de LA NACION
La
meditación - Una práctica milenaria
Por
Silvina Premat
En silencio, quietos y con los ojos
cerrados; sentados en la capilla frente al sacerdote, que también se mantiene
en silencio, quieto y con los ojos cerrados. Están meditando, una práctica
espiritual común en las religiones orientales que está siendo redescubierta por
el catolicismo.
Cada vez más grupos de católicos se valen de la
meditación como técnica de oración y algunos, incluso, como alternativa a los
tranquilizantes y antidepresivos. Impulsados por el monje benedictino inglés
Lawrence Freeman, que dirige la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana,
con sede en Londres, los católicos que recurren a la oración silenciosa están
presentes en 60 países y en algunas universidades estadounidenses y
organizaciones como las Naciones Unidas.
Freeman visitó el país para
participar de esos ejercicios espirituales y presentar su libro Meditación
cristiana y silencio, de Editorial Bonum. El religioso definió la meditación como “la forma de oración
pura marcada por el silencio, la quietud y la simplicidad”.
Resistencias
La meditación resulta una novedad
para los católicos en general porque no conocen su propia tradición, señaló Ana
Fonseca, coordinadora en Brasil de la Comunidad Mundial de Meditación Cristiana.
Andrea Sasi, gerenta de una empresa porteña, dijo
haber encontrado en Luján una técnica para lograr algo que siempre buscó: centrarse
y estar en equilibrio.
Más que una técnica
Según Freeman, es importante que la Iglesia
enseñe a meditar “como disciplina espiritual [porque] si se la transmite sólo
como una técnica puede dar buenos resultados físicos o psicológicos, pero no
llevará a una experiencia profunda de paz”.
El religioso sentenció: “Si no tenemos esta
experiencia de quietud y silencio, colapsaremos en el estrés y nos
convertiremos en personas profundamente superficiales”.
El remedio que sugiere es la meditación porque su
contenido es, según el religioso, el amor. “Los momentos más significativos de
una relación de amor son aquellos que se manifiestan en el silencio”,
ejemplificó.
El religioso está convencido de que esta
disciplina es muy efectiva en la resolución de conflictos. “A menudo, las
palabras fracasan cuando se intenta resolver un problema y a ellas les sigue la
violencia”. Propuso, para estos casos, examinar el rol del silencio.
La meditación conduce
al silencio interior que permite abrir el ojo del corazón para poder ver a
Dios.”
Algunas sugerencias
Silencio sagrado
- La Comunidad Mundial de Meditación Cristiana, dirigida por
Freeman, define la meditación como la integración de la persona con su
Creador, en el “sagrado silencio de una Palabra”.
Cómo meditar
- Buscar un lugar silencioso. Escuchar unos minutos música
suave, sentarse con la espalda derecha y los ojos cerrados y permanecer
quietos.
A modo de mantra
- Elegir una palabra o frase corta y repetirla, interna y
silenciosamente, durante el tiempo de la meditación. La sugerida es
Maranatha, que, en arameo, el idioma que se hablaba en Israel cuando vivió
Jesús, significa “Ven, Jesús”.
Dos veces por día
- Como práctica personal y grupal se propone meditar
diariamente unos 20 minutos, como mínimo, por la mañana, y otros 20 por la
noche.
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